viernes, 28 de agosto de 2009

PILAR DEL PUENTE DE TEDIO

La obra nace de la materia orgánica con el objetivo de hacer incidir toda su simbología en la “perfección visual”. De ritmos líricos e inestables, un cuerpo asumidamente imperfecto hace reposar su carcasa chafada sobre el suelo, dejando resplandecer de su concavidad el esqueleto de una morfología sensacional e redondamente llamativa.

Estas son las condiciones matéricas que le dan el sentido y contenido relevante a la obra. Conceptualmente, nos referimos a una voz inerte de cualquier espacio arquitectónico y/o simbólico que, cuando subyugado a un plan metafórico formaliza la necesidad de sublimarse a este nivel para sacar de si, su grito existencial. Conceptos como impresión y expresión son las directrices del proyecto con el fin de proporcionar un vínculo directo entre el espectador e un mundo alegórico relleno de emoción.

Por fin, es importante referir que esta obra no solo aborda la crucial necesidad de un espacio real, como también la apertura a toda una clase de espacios imaginarios, siendo el sonido, una referencia establecida en la estructura conceptual.

Estaba cada vez mas apartado de la idea de limpieza que tenia antes de empezar a trabajar en esto. Una cosa me llevó a otra y consecuentemente fui llevado a otra forma de verlo crecer. Asimismo lo proyecté. Una imagen que aparentemente se deja llevar por el acaso tras la conciencia de la inexistencia de una perfección formal. Empecé por solapar a través de las incidencias con el pensamiento que nada es objetivo y todo es materia orgánica.

El material tiene ese poder, el poder de sorprenderte porque algo que no se cierre en una mera cuestión técnica te abre miles de horizontes, es decir, no creo que el material pueda reclamar su pertinencia volviéndose autónomo, esto no es lo importante a la hora de reflexionarlo sino todo lo que está de tras de ello.

Creo que, si desde el inicio, lo buscara perfecto en un todo formal muy apurado, desde luego estaría equivocándome profundamente, porque nunca jamás lograría atingir la perfección técnica.

Entonces opté por el camino contrario, deconstruir la forma para llegar a una construcción mas autentica. Mas autentica, porque perfecto es cuando lo miramos al final y le reconocemos su capacidad de impresionar. A través de las sorprendentes y fascinantes condicionantes espaciales y temporales, la obra culmina en una aparente perfección visual que desde su inicio siempre me escaparon.

Sin embargo, el dominio a mi me pertenece porque quien dicha el final de la obra soy yo, solo yo la concluyo cuando vea que su resultado me tiene satisfecho. La interacción que existe entre el artista y su trabajo resuelta de una lucha cuyo dominio nace de la experiencia que uno tiene sobre el material. ”




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